Un poco de todo…

Medicamentos y otros bichejos químicos curiosos

Quién certifica qué plantas medicinales… lo son

Posted by azuara en 24 noviembre 2006

La utilización de plantas curativas se remonta a los albores de la civilización. Olvidadas durante un tiempo, en la actualidad asistimos a un resurgimiento del interés público y científico en occidente por estos remedios tradicionales… y naturales, sobre todo, naturales. Las plantas medicinales, son a día de hoy la medicina alternativa mejor aceptada; llamativo si tenemos en cuenta que en muchas ocasiones, su utilización es puramente empírica.

Por suerte, empezamos a asistir también a cierto escepticismo ante a este culto por lo natural. La medicina ha avanzado mucho en los últimos siglos, y los remedios naturales merecen pasar por la criba de la ciencia.

En España, la Ley del Medicamento reguló los medicamentos de plantas medicinales, a través de un sólo artículo, el 42, en el que se prohíbe etiquetar el envase con propiedades médicas de una planta (o cualquier otro producto) fuera del ámbito sanitario. Se estableció al mismo tiempo la lista de estos «medicamentos de plantas». El truco: los laboratorios comenzaron a vender, y venden, el mismo producto con dos envases: uno, sin prospecto ni indicación, para los herbolarios y otro, con las indicaciones y prospectos de obligado cumplimiento, para las farmacias, como es el caso de la valeriana.

CONOCIMIENTOS TRADICIONALES SIN PRUEBAS ACTUALES

La OMS, por su parte, reconoce el valor que las plantas medicinales pueden aportar a la hora de cubrir muchos problemas de salud a nivel mundial, pero hace tres peticiones que serían lógicas en cualquier medicamento:

1. Más estudios científicos, sobre todo pruebas clínicas sistémicas
2. Normas más exigentes en lo que respecta a su cultivo y preparación
3. La formación de las personas que atienden y dispensan en este tipo de negocios: una mala información por parte del vendedor de estos productos puede tener consecuencias para la salud

Y aquí empieza la batalla entre herboristas (que venden el 80% de las «plantas medicinales») y farmacéuticos, por la fitoterapia: un negocio que mueve 160 millones de euros al año en Europa.
Los especialistas en investigación de plantas reivindican ensayos sobre la eficacia y la seguridad (efectos adversos o contraindicaciones) de estos productos antes de autorizar su venta. Pero, si los fitoproductos se equiparan a los medicamentos, ¿sólo se podrían vender en las farmacias?

¿MEDICAMENTOS EN EL HERBOLARIO?

Para evitar esto, las plantas no adquirirían el estatus de medicina, seguirían siendo «medicamentos a base de plantas«, pero se conocerían mejor sus efectos, dosis adecuadas y toxicidad. Según los fitoterapeutas, las plantas se venden en herbolarios desecadas, trituradas, en infusiones, donde en absoluto se controla la dosis; mientras que ellos apuestan por preparados envasados (cápsulas, jarabes, etc).

No sólo se podrían seguir vendiendo en herbolarios, sino que este mejor conocimiento permitiría ampliar su indicación para todas las enfermedades -ahora, las plantas sólo se permiten para dolencias leves o moderadas y sus preparados no pueden llevar indicaciones terapéuticas como hemos comentado, algo reservado a los medicamentos, que deben pasar varias fases de ensayo-.

Sin desmerecer a los herboristas (muchos son farmacéuticos) hay que recordar que que los estudios de Farmacia incluyen asignaturas de fitoterapia y farmacognosia, mientras que nadie acredita la formación de los primeros (así como acupuntores, homeópatas…). Los estudios de medicina también incluyen materias sobre plantas medicinales. Sin embargo existe cierta reticencia en todo el sector sanitario ante las hierbas (mientras no se demuestren sus facultades). Si los médicos pudieran recetar cualquier planta medicinal, el paso siguiente sería la financiación por la sanidad pública. Idea que no sería bienvenida por los científicos y escépticos.


CRITERIOS DE DECISIÓN PECULIARES

Ante esta situación, quizás más de uno se haya preguntado ya en base a qué criterios se decide qué plantas son medicinales. En la mayoría de los países se establecen listas negativas: listas de productos prohibidos por su demostrada toxicidad. Por ejemplo, en España, en 2004 (y tras diez años de espera) una Orden del Ministerio de Sanidad decidió prohibir o restringir la venta de 197 plantas por su toxicidad. Entre ellas, el muérdago, el romero silvestre, el anís estrellado, el acebo o el laurel amarillo. Sin embargo, las listas de plantas dignas de recibir el apodo de «medicinales» no deben «demostrar» nada, las establecen las comisiones de los ministerios pertinentes.

Esta semana los ingleses han intentado ir un poco más allá y fijar los criterios de inclusión en las listas positivas. A partir de ahora, los productores deberán demostrar una utilización suficientemente antigua del producto (30 años de uso seguro de los cuales al menos 15 en algún país de la Unión Europea), además de adaptar la elaboración del preparado a los estándares farmacéuticos. Por este procedimiento la Agencia de Medicamentos y Productos Sanitarios del país (equivalente a la AGEMED) ha registrado el gel de arnica (un producto homeópata…) para los dolores musculares y reumáticos.

Se sigue sin pedir que estos productos funcionen. No son necesarias ningún tipo de pruebas ni ensayos clínicos. Con demostrar un uso tradicional es suficiente, razón por la cual algunos temen que este procedimiento regule todo tipo remedios de dudosa eficacia.

Es una vergüenza. Las medicinas o funcionan o no funcionan, y se deben etiquetar de acuerdo con esta premisa. David Colquhoun, profesor de farmacología de la University College London.

:: New Scientist ::


Mientras reina este caos, todos los países de la U.E. deberán adaptar sus leyes para que en diciembre de 2011 cumplan la Directiva Europea sobre Medicamentos a base de Plantas Tradicionales por la que «el requerimiento de antigüedad en el uso de las plantas medicinales sea remplazado por la demostración de eficacia«. Ley a la que temen los herbolarios.

Pero los farmacéuticos no se oponen a que productos como la manzanilla o similares se vendan en otros establecimientos; simplemente no consideran seguro que otras plantas que ahora se comercializan en herbolarios, como laxantes o antidepresivos, sean dispensadas sin ningún control.


Un aviso: En esta entrada se habla de medicamentos y de productos de demostrada toxicidad como el anís estrellado, no de drogas. Que ya me estoy oliendo algún comentario sobre el libre albedrío en el consumo de estupefacientes, la legalización del cannabis, etc.

Nada que ver 😉

Dos enlaces interesantes, del primer comentario, sobre la investigacion de los recursos natuales en la busqueda de nuevos medicamentos:

Biopirateria sin freno en el Tercer Mundo
Sacar fuera de contexto un saber popular

7 respuestas to “Quién certifica qué plantas medicinales… lo son”

  1. DDAA said

    No deberías olvidar que la medicina científica se basa en gran parte en los hallazgos de la medicina tradicional. De no ser así, las multinacionales farmacéuticas no estarían enviando masivamente a sus etnobotánicos a entrevistar a chamanes y demás para obtener nuevos medicamentos. Como se dice en este artículo:

    «Un buen científico no debe subestimar tales tradiciones basadas en la observación y el ensayo y error de miles de años, al contrario, debe ser crítico y dejarse llevar por la curiosidad de si es efectivo o no.»

    Y, por supuesto, las multinacionales están obligadas a compensar a los pueblos indígenas cuando encuentran algo valioso. La biopiratería debería estar severamente castigada. El caso del hoodia y los San es especialmente significativo.

    Biopiratería sin freno en el Tercer Mundo

  2. Azuara said

    ¡Por supuesto! Muchísimos medicamentos, por no decir todos provienden de la naturaleza. La mayoría de los compuestos que conocemos son modificaciones de alguno natural al que se le ha reducido algún efecto secundario o directamente se sintetizan en un laboratorio para que sean más puros y se meten en una cápsula. Ahora la tendencia es tener colecciones de compuestos inmensas (del Amazonas, de los fondos marinos, cualquier idea es buena) y hacer pruebas con ellos.

    Me gusta la cita que has puesto, el empirismo en su día era ciencia, pero ahora no. Ahora la ciencia es curiosidad ¿por qué no analizar los productos naturales? Es alucinante el status quo de estos productos, junto a la homeopatia, parece que no se les puede tocar…

    Y gracias por el último artículo. Es otra cara de la noticia muy interesante. Lo voy a añadir a la entrada

  3. pipistrellum said

    El truco: los laboratorios comenzaron a vender, y venden, el mismo producto con dos envases: uno, sin prospecto ni indicación, para los herbolarios y otro, con las indicaciones y prospectos de obligado cumplimiento, para las farmacias, como es el caso de la valeriana.

    Entre los medicamentos convencionales tambien hay fallos de la legislacion. Hay por lo menos un medicamento exacto que se vende con misma dosificiacion y por la misma compañia farmaceutica con receta y sin receta. La unica diferencia es el precio. fluimucil y flumil
    sacado de la wiki

  4. Azuara said

    Lo del fluimucil y el flumil lo recuerdo de las prácticas, cómo nos decían a la otra chica nueva y a mí, si vienen sin receta tal y con receta cual. Lo triste, que las cajas son prácticamente idénticas (verde y gris las dos), alucinante.

    (Demostrando la cualidad innata de los farmacéuticos para recordar el color y tamaño de las cajas, forma de las pastillas y cualquier dato relevante sobre un medicamento 😛 )

  5. Jesús A. Pazo Núñez said

    Es absurda la tendencia bastante generalizada actual de desconfiar de todo lo «artificial» y dar por bueno todo lo «natural».
    Por supuesto que hay resquicios en la legislación. Por supuesto que los laboratorios intentan ganar el máximo dinero posible. Pero la realidad básica es que algo calificado como «medicamento» está sometido a unos controles bastante rigurosos tanto de ensayos clínicos, como de control de la composición, la dosis y el etiquetado, mientras que una cápsula o lo que sea hecho de «hierbas», realmente no sabemos lo que contiene. Incluso aunque realmente sólo tenga «hierbas», una hierba de verdad no tiene un principio activo purificado con un excipiente inocuo, sino miles de sustancias diferentes con posibles efectos diferentes y con una concentración que varía de una planta a otra. Es absurdo pensar que es mejor.

  6. Azuara said

    Si es que somos pura química Jesús, pese a la fobia que existe hoy en día…

    De hecho en los remedios naturales también hay un (o varios) principio activo y excipientes (todo lo que lo acompaña). A veces son importantes, por que activan el efecto, lo dosifican o lo ponen disponible. Otras, no hacen nada. Por eso en ocasiones el estudio puede ser complejo, pero eso sí, muy interesante.

    Tengo en mente hacer una serie de entradas con la historia de algunos medicamentos. Sus orígenes casuales, tradicionales. Y cómo en muchas ocasiones un efecto secundario del producto natural se ha aprovechado y hoy en día es el efecto principal del medicamento. Historias de la farmacia 😉

  7. Jesús A. Pazo Núñez said

    Lo seguiremos con interés… 😉

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